Las estadísticas de accidentes de trabajo aportan información limitada, ya   que sólo reflejan accidentes que les ocurren a personas aseguradas y son   reportados a las Compañías de Seguro. Como hay mucho trabajo en negro sin seguro   a lo largo y ancho del mundo y como por razones sindicales o empresarias muchos   accidentes no son denunciados, las cifras informadas deben ser leídas con una   dosis de escepticismo. 
            De todos modos y sólo para dar una idea aproximada, transcribimos aquí   algunos guarismos, aclarando que los accidentes están clasificados en fatales y   no fatales. En la Argentina hubo en el año 2.000 18,6 casos fatales cada 100.000   asegurados; en México 14, en España 9,20, en USA 4, en Alemania 3,05 en Italia 7   y en Australia 4. Japón tiene otro sistema estadístico, que toma en cuenta   accidentes fatales por número de hora trabajadas e informa 0,01 accidentes   fatales cada millón de horas. 
            De los no fatales se denunciaron, cada 100.000 asegurados, 7.549 en España,   3.624 en México, 7.747 en la Argentina, 2.058 en Australia, 4.001 en Alemania y   4.030 en Italia. USA señala 3.600.000 por año. 
            Si desean más información pueden recabarla en: http://agency.osha.eu.int/publications/magazine/14/es/index_3htm 
            O en http://laborsta.ilo.org 
            Los costos de los accidentes son enormes. Del punto de vista económico hay   pérdida de horas trabajadas y caída de producción, indemnizaciones, gastos   médicos y de sepelio. Desde una perspectiva social duelos, conflictos e ira en   los familiares, agudización de luchas político/sindicales, sensación de   inutilidad y bronca de los sobrevivientes, que suelen preguntarse "¿por qué a   mí?". 
            Entre los factores que pueden contribuir a la ocurrencia de accidentes suelen   mencionarse: 
            A) Ciertos tipos de personalidad. 
            Viejas distinciones entre tipos   A, que enfrentan la vida con mayor serenidad, y tipos R, que se toman todo muy   en serio y trabajan como si fuese una misión, han sido dejadas de lado. Se habla   hoy de personas "con locus de control externo" -manejadas más por los estímulos   externos que por decisiones internas- como más expuestas al riesgo. No   compartimos esta clasificación y la mencionamos sólo en honor a la objetividad.   En realidad preferimos pensar que cuanto más una persona obra con rapidez y   descuido de reglas y detalles tanto más se expone. Si esto es así, y sería útil   que otros investigadores pudiesen encarar la tarea de un estudio estadístico,   nuestros estilos D -y algo menos el I- serían los mejores candidatos a tener   accidentes. Los remito a los boletines anteriores para conocer la clasificación   DISC. 
            B) Circunstancias de la vida del individuo.
              Malas relaciones   familiares, preocupaciones económicas, inestabilidad del trabajo, incapacidad de   manejarse adecuadamente en el entorno, abuso de drogas o alcohol, desórdenes de   conducta, son todos potenciadores del riesgo. Alteraciones psiquiátricas también   lo son, pero dudamos de que haya tantos psicóticos, maníacos u oligofrénicos en   las actividades laborales como para ser influyentes en la estadística.
              Las   mencionadas pueden ser consideradas situaciones críticas que perturban con   diferente intensidad la función cognitiva y el equilibrio emocional y provocan   un déficit de atención-concentración en las tareas habituales. 
            C) El ambiente de trabajo.
            Materiales peligrosos, deficiente   calidad de maquinarias, normas de procedimiento carentes o equivocadas, falta de   protección física y aparejos no ergonómicos, ruidos fuertes, temperaturas   extremas, monotonía de la tarea, tiempos excesivos y turnos mal organizados,   todo esto contribuye al incremento de la frecuencia de accidentes. 
            Algo poco tenido en cuenta es que muchas veces, a pesar de haberse dispuesto   medidas técnicamente correctas, los accidentes ocurren más allá de las   expectativas. Esto sucede porque los trabajadores se resisten obstinadamente, a   pesar de eventuales sanciones, a respetar las normas. Se trata de un problema de   falta de motivación específica. Los ingenieros expertos en seguridad conocen   este problema y se las ingenian para buscarle soluciones. En otros casos, a   falta de expertos, el ingeniero de fábrica obra sobre el ambiente disponiendo   métodos de seguridad pero descuidando la intervención personal.
              Por otro lado   sólo una parte de los accidentes se produce en actividades industriales en que   intervienen ingenieros especialistas y, en las otras, es raro que haya expertos   en seguridad (ingenieros y psicólogos especialistas)que integren el staff y   puedan manejar el problema. En los sectores de transporte, salud y construcción   los accidentes son acontecimientos comunes. 
            No hay duda de que las mejores intervenciones no van a evitar todos los   accidentes, puesto que un porcentaje de éstos puede considerarse fisiológico en   cualquier actividad, hasta la del trabajo doméstico. 
              Los mejores resultados,   de acuerdo con algunos experimentos, se alcanzan cuando a las medidas   "ingenieriles" o técnicas se les suman acciones de naturaleza psicológica,   orientadas a lograr un cambio de comportamientos con la máxima participación del   personal involucrado. Éstas pueden consistir en reuniones previas de   programación y entrenamiento, fijación de metas de común acuerdo, feed back de   resultados y creación de un eficaz sistema de premios y castigos para individuos   o grupos.
              Los operadores deben adherir activamente sin que se suscite en   ellos la sensación de ser controlados y manipulados. De procederse así es muy   probable que extiendan luego lo aprendido a otras situaciones que requieran   atención y evitación de riesgos. Puede considerarse el ejemplo de un operario   convencido a utilizar casco en fábrica que también no deje de utilizarlo cuando   monta en su motocicleta, independientemente de que las normas de tránsito lo   hayan declarado obligatorio o no. 
            Además de las medidas de ingeniería y las intervenciones sobre los   comportamientos puede pensarse en adoptar una política preventiva, consistente   en prestar atención a las situaciones en que quien trabaja en tareas riesgosas   esté enfrentando situaciones de stress. En estos casos las medidas adecuadas   serían relevarlo y reubicarlo en tareas en que el nivel de concentración   requerido fuese menor.